Reseña: Memorias de un amigo imaginario

Recuerda que muy probablemente habrá spoilers.

Título: Memorias de un amigo imaginario.
Título original: Memoirs of an imaginary friend.
Autor/a: Matthew Dicks.
Editorial: Nube de Tinta/RHM.
Páginas: 432
Fecha de publicación: 2012.








Max sólo tiene 8 años y no es como los demás niños. Él vive para adentro y cuanto menos le molesten, mucho mejor. No le gustan los cambios, las sorpresas, los ruidos, que lo toquen y que le hagan hablar por hablar. Si alguien le preguntara cuándo es más feliz, seguro que diría que jugando con sus legos planeando batallas entre ejércitos enemigos. Max no tiene amigos, porque nadie lo entiende y todos, hasta los profesores y sus propios padres, quieren que sea de otra manera. Sólo me tiene a mí, que soy su amigo desde hace cinco años. Ahora sé que Max corre peligro y solo yo lo puedo ayudar. El problema es que Max es el único que puede verme y oír. Tengo mucho miedo por él, pero sobretodo por mí. Los padres de Max dicen que soy un "amigo imaginario". Espero que a estas alturas tengas claro que no soy imaginario.




Hacía tiempo que me atraía leer Memorias de un amigo imaginario pero nunca me animaba porque no tenía tiempo y siempre encontraba algo para leer que me llamaba más. Al final lo empecé, y no me sorprendió descomunalmente. 

La sinopsis me atrajo muchísimo y nunca había leído un libro así, en el que el protagonista, aunque podamos creer que es Max, resulta ser su amigo, Budo. Budo es el amigo imaginario de Max, que es un niño muy especial. Sus padres lo han llevado a numerosos médicos porque consideran que su conducta no es normal. Y no lo es, pero a Max le da igual. Budo es uno de los amigos imaginarios más inteligentes, pues al llevar tantos años en el mundo, y no dormir nunca, ha tenido mucho tiempo para aprender algunas cosas. 

Max va al colegio todos los días acompañado por su amigo Budo, que está con él la mayor parte del tiempo. Un día, Budo se separa de él durante las clases y cuando vuelve no lo encuentra. Cuando al fin se reencuentran, Max no quiere decirle dónde ha estado ni qué ha estado haciendo, porque es un secreto entre él y su profesora, la señorita Patterson. Budo tiene un mal presentimiento me parece raro que los amigos imaginarios puedan pensar por sí solos y tener presentimientos pero así es la ficción y así se lo hace saber a Max, hasta que un día, la señorita Patterson se lleva a Max del colegio y lo encierra en una habitación hecha para él en su sótano. Con esto se arma un gran revuelo, pues Max es un niño que no se sale de sus pautas, que nunca saldría del colegio sin permiso y que, mucho menos, se iría con un desconocido por las buenas. Así pues, Budo tiene la misión de salvar a Max. Esta parte era la que más me atraía supongo que como a todos los que lo hayan leído o quieran leerlo pues sentía curiosidad por cómo un ser que no puede ser visto ni oído por otra persona que no fuera Max, u otros amigos imaginarios, podría salvar a un niño que ha sido secuestrado y que nadie sabe cómo ha podido pasar excepto él, que ha sido testigo de todo.

Budo emprende su misión con cierta cobardía, pues no para de preguntarse durante todo el libro, y más durante el secuestro, qué pasará cuando Max esté a salvo o cuando sea capaz de hacer las cosas por sí solo. Budo no quiere desaparecer, porque durante sus cinco años de existencia ha visto desaparecer a algunos amigos imaginarios y le aterroriza. Me parece que Budo es un cobarde en ese aspecto. Otros amigos imaginarios le dan una lección, a mí modo de ver, diciéndole que qué más da desaparecer, si tu niño no está contigo. Creo que Budo debería haber pensado más en esa frase y darse cuenta que su mundo sin Max no habría sido nada. Esta es una de las cosas que no me gustó. Budo sólo pensaba en sí mismo, quería salvar a Max, sí, pero llegó a pensar en dejarlo en ese sótano y estar con él porque así siempre lo necesitaría y nunca desaparecería. ¿Pero cómo se te ocurre pensar eso so animal? En fin, a veces me ponía muy nerviosa. Y, mientras, el pobre Max encerrado. Al final, Budo consigue ayuda de otro amigo imaginario, Oswald, el único amigo imaginario conocido de un adulto, y que, además, puede mover cosas del mundo real. Esta parte me mosqueó un poco. Este libro me estaba encantando porque me resultaba bastante realista. El autor había conseguido crear un personaje, que pese a ser imaginario, dentro de un mundo literario y por lo tanto imaginario también conseguía que pensaras que realmente podría estar a tu lado sin saberlo, pero con Oswald la lía un poco. Yo sabía que algo raro tenía que pasar para que un amigo imaginario consiguiera salvar a su creador, pero pensaba que sería más de ayudar a Max a salir aconsejándole sobre cómo actuar, algo más realista. 

En algunos momentos el libro se me hizo algo lento, cosa rara teniendo en cuenta que es un libro relativamente corto, sobretodo en los tramos en los que Budo se cuestionaba su existencia y se preocupaba por él mismo. Creo que se me hacía lento porque no me gustaba nada lo egoísta que era. Se pasa la mayor parte del libro preocupado por él mismo. Otra cosa que no me gusto, como he dicho antes, es que pasa de ser realista a que un amigo imaginario pueda tocar el mundo real. A ver, he de decir que es un libro, y los libros son ficticios siempre, pero me hubiera gustado que siguiera el tema con la realidad con la que comienza. Por otra parte, me parece precioso el ejemplo de superación que supone tanto para Max como para Budo al final, pues éste comprende que su mundo es Max y que sin Max no hay mundo, que si sitio está con sus padres.

Memorias de un amigo imaginario me ha gustado mucho, y me ha sorprendido. No te esperas para nada cómo van a suceder las cosas y, aunque pueda hacerse lento a veces, está fenomenalmente escrito y te invita a un mundo más allá de nuestros límites. Creo que es una lectura bastante recomendable y un tanto diferente que no te dejará insatisfecho.

—Nadie trata a Max como si fuera un niño normal, pero todo el mundo quiere que sea normal, nadie quiere que sea como es. Y, pese a todo, Max se levanta de la cama cada mañana para ir al colegio y al parque, e incluso a la parada del autocar.   





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