Título original: Siempre será diciembre.
Saga: Libro único, colección Gran Angular.
Autor/a: Wendy Davies (Merche Murillo y Fátima Embark)
Editorial: Ediciones SM. (ficha del libro)
Páginas: 312.
Fecha de publicación: 2017.
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Cuarenta segundos son suficientes para cambiarlo todo.
Sam ha muerto. El mar se llevó sus secretos y ahora solo quedan mentiras y esa sensación de ahogo que todo lo envuelve. Samantha no es ella misma. Jay no sabe lo que hizo. Todos tienen algo que ocultar y cada día que pasa es una cuenta atrás. Mañana quizá sea tarde...
Tenía este libro un par de semanas en la estantería pendiente de leer. No por nada, es que no tenía tiempo. Me llegaron dos libros que tenía muchísimas ganas de leer justo antes que este y, entre eso y todo lo que me está atrapando la universidad, no pude ponerme antes. Al final lo he cogido por banda. ¿Y qué? Pues que lo he leído del tirón. Así, sin una cenita para conocernos ni un picnic en el parque. Lo abrí para empezar a leerlo y lo cerré cuando lo terminé. La intensidad de este libro me atrapó hasta tal punto que solo importaba leer, saber, conocer a los personajes, nada más. Altas horas de la madrugada de un domingo, dos cafés, el libro y yo. ¿Y sabéis qué? Que no veo el momento de volver a leerlo pero no sé si seré capaz por cómo me ha dejado, en un estado como de letargo. Sí, podría decirse. Esa es la mejor forma que he encontrado de describir cómo ha sido para mí leer este libro. En fin, empecemos con esto porque podría pasarme así durante la reseña entera.
Siempre será diciembre empieza con la muerte de Sam Flynn, un chico, ¿cómo decirlo?, muy intenso. He dicho que la intensidad del libro me atrapó y uso la misma palabra para presentaros a Sam porque Sam está en todas partes. No sabría daros una descripción de Sam Flynn porque nadie sabría describir a Sam Flynn. Sam es Sam, y ya está. Pero no, no está, porque Sam está muerto, y su muerte envuelve cierto misterio. Jay Waller era (es) su mejor amigo, un hermano aunque no fuese un Flynn. Jay amaba (ama) a Sam con toda su alma, era su otra mitad, pero ahora se encuentra con que su mejor amigo está muerto, cayó por un acantilado el Cuatro de Julio y todo el mundo piensa que él lo mató. ¿Cómo pueden pensar eso? Jay, que no se ha separado de Sam en diez años. Jay, que era recibido en la familia Flynn como un hermano más. Ahora, por mucha gente que haya a su alrededor, Jay se encuentra totalmente solo. Él nos cuenta su parte de la historia, pero en el otro extermo tenemos a Sam, Samantha, Flynn, la hermana melliza de Sam. Samantha parece que vive a la sombra de su hermano, aunque yo no lo veo así del todo. En la familia Flynn todo son chicos excepto Samantha y usa la ropa heredada de sus hermanos, cosa que, sumada a su corte de pelo, le da siempre un aire demasiado parecido a su mellizo, hasta el punto de que la confundan con él. Sí, son mellizos, pero no tienen por qué parecerse en nada. La relación de Samantha y Sam no es para nada como la que tiene el chico Flynn con Jay. A Samantha (y a todos, porque así es Sam) la trata a palos. Se odian (o eso dicen). Cuando él se enfada, ella sabe que la que le caerá será dolorosa. Y esto me cabrea, ¿lo veis normal? Pero bueno, Sam ya no está. Y Samantha no sabe vivir sin esa parte de su vida, sin la mitad que es su hermano y que no supo ver hasta que lo perdió.
No voy a hablaros de la personalidad de Sam y de cómo hablan de él los dos narradores, Samantha y Jay, porque el libro no va de eso. No trata de Sam, trata de ellos sin Sam. El libro trata de la pérdida, de las mentiras y los secretos, de lucha, de un amor que ataca por varios frentes, la mayoría inesperados. La gente odiaba a Sam, pero Jay y Samantha no son la gente. Jay se encuentra con que le culpan de la muerte de una de las pocas personas por las que daría la vida y Samantha se encuentra llorando la pérdida de un hermano que nunca tuvo una palabra amable para ella. Samantha nos narra la historia a nosotros pero Jay se la narra a Sam, y esto es algo que me ha gustado, porque si podía experimentar algo más cercano que el hecho de que el narrador te cuente la historia en primera persona a ti, como lector, es que el narrador se la cuente a una parte de él mismo. Además, el cambio de un personaje a otro ha hecho que la lectura fuese más ágil, y pensad que digo esto desde el punto de vista de haber leído el libro de una sentada. Madre mía, de verdad que quiero volver a hacerlo.
¿Pero qué pasa en este libro? Dejémonos hoy de estilos y puntos fuertes o flacos. ¿Qué pasa con Jay y Sam (Samantha)? ¿Qué creéis que pasa? ¿Descubren qué hay detrás de la muerte de Sam? ¿Cosas que no les gustaría saber, quizá? Descubren tantas cosas... tantas... Y sin darse cuenta la mayoría de las veces. Se pasan el libro sintiendo la pérdida pero también hay encuentros (entre ellos) y reencuentros (consigo mismos). La pérdida de Sam empaña sus vidas, es como una niebla tan espesa que no les deja ver más allá. Tan importante era Sam, que todo el mundo le odiaba pero nadie puede vivir sin él. Jay solo quiere la verdad porque el no saber le está matando y Samantha solo le da mentiras porque su vida es una mentira y todo está hecho de mentiras. Las mentiras y los secretos, de hecho, serán lo que nos arrastren hasta el acantilado que supone el final de esta novela. Porque al final todos caemos por ese acantilado. Como Sam, como Jay.
Te diré algo sobre la rabia. Cuando todo desaparece, cuando te lo han quitado todo y no te queda nada a lo que agarrarte, cuando ni siquiera eres capaz de ver el suelo que pisas, la rabia puede salvarte la vida. Tal vez acabe matándote, tal vez te destroce, pero nadie dijo que vivir fuera sencillo; a fin de cuentas, no puedes razonar con la rabia.
Personalmente, me encantan los libros que me hacen reflexionar, que me obligan a seguir leyendo aunque sean las cuatro de la madrugada y al día siguiente tenga que levantarme pronto, aunque sepa que debería dejarlo, que no es más que un libro. Ay, si todo fuese tan sencillo. La intensidad de lo que sienten los personajes de Siempre será diciembre me abrumó y me abruma. Detrás de lo que sienten a raíz de la muerte de Sam se nos cuenta cómo dos personas, que parecía que no se veían, se ven. Nuevamente, Sam era la niebla que les impedía ver. Y si él estuviese vivo, seguirían sin verse. Lo saben, pero ¿importa? Pues claro que importa. Todo importa. Cualquier cosa puede cambiar tu vida sin darte cuenta. Puede dar un giro en cualquier momento sin siquiera esperarlo. Jay podría lanzarse con la chica que le gusta, aunque sea la novia de su hermano. Eso cambiaría las cosas, ¿no?. Samantha podría decirle dos cosas bien dichas a su hermano y vete a saber qué pasaría. Los hermanos Flynn podrían protegerse de una forma distinta, y tal vez la relación de los mellizos sería diferente. Sam podría caer por un precipicio, y todo el mundo podría abrir los ojos. Nunca sabemos qué puede pasar, cuándo, cómo. No sabemos nada. A veces ocurren cosas que nos destrozan, cosas que, como Sam dice, hacen que el frío se apodere de nosotros y siempre sea diciembre (guiño, guiño). Pero, y a riesgo de que suene a tópico, si hay algo que no podemos cambiar es que siempre sale el sol. Lo que pasa es que a veces nuestro sol resulta un poco difícil de encontrar. Y vosotros qué, ¿os animaréis a descubrir si al final sale el sol en las vidas de Jay y Sam (Samantha)?
Me vienen ganas de disculparme porque cuando me encuentro con un libro así os hago una súper reflexión más que una reseña, pero creo que captáis el mensaje. Es sencillo: leed el libro. Solo diré que reflexiono porque el libro reflexiona. Es lo que tienen los libros tan llenos de sentimientos, que te hacen sentir. Y esos son mis favoritos.
Creo que acaba de convertirse en una lectura obligatoria en mi vida :)
ResponderEliminarY además una que no te decepcionará :3
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