¡Hola sinsajetes! ¡POR FIN CONSIGO TRAER EL AUTOR NACIONAL DE JUNIO! Este libro me ha costado bastante de leer por diversas razones, así que el autor nacional ha sufrido un pequeño, y afortunadamente no muy gran, retraso. Aun así, más vale tarde que nunca. He tenido un pequeño dilema con esta historia, en el que me centro más abajo, pero he decidido añadirla a la lista de La Terreta porque creo que su calidad lo merece. No voy a enrollarme demasiado aquí arriba, pero la cuestión es que la reseña ha llegado, así que os dejo con El asombroso legado de Daniel Kurka, finalista del premio Gran Angular 2015.
Título: El asombroso legado de Daniel Kurka.
Título original: El asombroso legado de Daniel Kurka.
Saga: Libro único.
Autor/a: Mónica Rodríguez.
Editorial: Ediciones SM. (ficha del libro)
Páginas: 335.
Fecha de publicación: 2016.
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1942. Daniel Kurka es un niño cuando llega a Nueva York en un barco de refugiados europeos. Todo en aquella ciudad le asombra y le fascina: sus calles interminables, sus imponentes rascacielos y el hotel New Yorker, donde trabaja su tía y en el que pasa las horas perdiéndose por sus pasillos. Será en una de estas excursiones cuando conozca a Nikola Tesla, el inventor que pudo cambiar el destino del mundo y que revelará a Daniel un secreto que podrá en peligro su vida.
No sé ni el tiempo que me ha costado leer este libro. Lo empecé en plena época de exámenes, así que no tenía mucho tiempo para dedicarle. Además, tenía otras dos lecturas empezadas que me absorbieron más que esta. Al final he acabado leyéndolo a pequeños trozos, en pequeños momentos que tenía libres, y he de decir que creo que este libro es mejor leerlo así, poco a poco. El por qué ahora mismo os lo explico.
El asombroso legado de Daniel Kurka nos cuenta la aventura en la que se ve inmerso el propio Daniel al llegar a Nueva York después de un larguísimo viaje. La historia está ambientada en los años 40, en plena guerra mundial, y Daniel se ve obligado a salir de su país a raíz de ella. La primera parte del libro se centra en ese viaje y, siendo como es que hay un misterioso y maravilloso invento por descubrir, puede hacerse un poco pesada. Vemos absolutamente todo su viaje, pero es una forma de introducirnos al personaje y, además, nos sirve para meternos también en el escenario, en cómo está el mundo en ese momento, y para enseñarnos una escena clave que marcará toda la novela.
En ese viaje, Daniel encontrará una nota aparecida misteriosamente en uno de sus bolsillos. El mensaje de dicha nota parece no tener sentido y Daniel casi consigue olvidarse de ella hasta que llega a su ansiado destino. Ya en el hotel en el que trabaja su tía, el chico no tiene nada mejor que hacer que corretear de aquí para allá. Un señor mayor, demacrado y con pintas de excéntrico se dirige a él en su idioma natal y llamándolo por su nombre. Y aquí es donde empieza a asomar cabeza ese tan asombroso legado que Daniel Kurka habrá de enseñarnos. El inventor coge especial cariño al muchacho, de manera que Daniel, siguiéndole el juego, pasa con él todo el tiempo que puede (o que le permite). El chico descubre que mucha gente anda detrás del inventor, que parece que tiene entre manos un ingenioso invento que podría cambiar el mundo y del que muchos anhelan apoderarse, entre ellos los nazis que tantos estragos están causando en el mundo. Daniel no tiene ni idea de qué puede ser, pues él solo hace compañía al señor Tesla, pero en cuanto aquellos que desean dicho invento se dan cuenta de lo unidos que parecen estar Daniel y Nikola Tesla, no dudan en ir a por él. Nada más importa, solo quieren una cosa y harán cualquier cosa por conseguirlo. No obstante, no solo los nazis están detrás del invento, sino que el gobierno estadounidense también intenta hacerse con él por todos los medios.
Así pues, entre idas y venidas, Daniel se verá acorralado entre la espada y la pared. Entre ayudar a unos o a otros a cambio de salvar su vida y la de sus seres queridos. Entre ellos, cabe destacar, están Abdel, un amigo de travesía (y uno de mis personajes favoritos, podría decir) que no se separará de Daniel durante toda la historia; Brian Doherty, un mago muy astuto que no entrará con muy buen pie en la vida del protagonista (y mi otro personaje favorito); la tía Elka, tutora actual del chico; y otros trabajadores del hotel como Alice, Anne Mary, la bella Pauline, Harry White o Bill Hollow. Sobre ellos, no tengo mucho más que decir más que algunas personas nos muestran solo la parte de ellas que más les conviene mostrar. Abdel y Brian me han encantado, no sé si uno más que otro, pero sin ellos dudo que siquiera me hubiese gustado la historia (así que chapeau por ellos).
En cuanto a las características del libro en sí, lo narra el propio Daniel ya bien mayor como una carta a su sobrino, así que no nos encontramos con el lenguaje sencillo de un niño. Y esto creo que constituye ese por qué que he dicho al principio. Creo que este libro es para leerlo a ratitos porque el lenguaje no es el que cabría esperar de un libro dirigido a niños de 12 años (en adelante). Es una historia ambientada en los años 40 y contada por un anciano, aunque el protagonista sea un niño no creo que sea sencillo de leer para tan jóvenes. Claro está que de todo hay, así que seguro que habrá quien, siendo más joven que yo (que no soy tan tan mayor, pero tampoco tengo 12 años), se meta de lleno en este libro sin importar nada de todo esto. Aún así, creo que la calidad de la narración no corresponde con el público (sí, es muy fuerte que el defecto de este libro sea, precisamente, que tiene mucha calidad narrativa. A mi modo de ver, claro).
Pienso que es una gran historia, que la aventura de Daniel me ha gustado y el misterioso invento de Nikola Tesla me tenía en vilo. Pienso que el final, pese a que no lo esperaba para nada así, me ha gustado (no suelen disgustarme los finales, ¿empatía?). Es un libro que mantiene el misterio en todo momento y en el que puedes ver la inocencia del joven Daniel, pero puede que esté contado desde el punto de vista equivocado. No lo sé. ¿Lo recomiendo? Con todo lo que he dicho, pero sí.
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